12 de noviembre de 2008

El peor de los devotos

(Subcronica de un viaje al más allá)

Dieciséis años, se acaba la tortura de un padre nuestro como desayuno, y el himno nacional de almuerzo; mi nombre en tinta roja; fui perdonado, confirmado y desgraciado a cumplir una misión en latín: “adolescere”, como se que “fracasare”, solo me las ingenio para encontrar digna manera de cesar la respiración, detener la función cardiaca, y parar mi prematura razón. Acorralado entre la indecisión de seguir siendo alumno a nivel superior o continuar ser siendo hijo, decidí por la primera, tomándome un año sabático de preludio. Así, divague en cuatro paredes mas de doce meses, en ese tiempo conocí a dos personas con las cuales termine conviviendo. Éramos Bill Bixby, Roberto Gómez Bolañoz y Yo, pero el encierro nos volvió insoportables, Bill renegaba mucho y yo solía ponerme verde por ello, Roberto era demasiado tonto o gracioso, ¿detestaba eso?, no lo se, pero todo termino cuando llegaron los desenlaces a todo color y a control remoto; ya no éramos los mismos, allí todo cambio, Fin, en vez de un Continuara… a ese capitulo familiar. En el ámbito sentimental, tuve una relación con varias pecas y una par de ojos muy verdes que fueron mi único contacto con el exterior, abandone ese idilio pues por mas de tres meses ella venia a mi casa, a la misma hora, (mi madre vendía paletas de hielo, esas hechas en casa con sabor a pura fruta…) vestida de colegiala sufrida, tocaba, me buscaba en sus ojos, sonreía, pero nunca me dijo nada, no acepte tanto silencio y termine. Ya sin mi TV marca IMACO, sin armas para coger, sin vicios que mantener, sin un consolidado semen, sin Hulk, ya nada tenia sentido, era hora de partir. Las pastillas, en ese tiempo lejos estaba de conocer algo mas que una Aspirina, la Antalgina, o el Mejoradito al cual me volví adicto de niño, hasta hoy (Dato exacto de mi madre). Un Disparo, las únicas armas que vi en mi vida, eran de blanco y negro apuntaba al doctor Banner, inalcanzables; ¿donde podría conseguir una igual o parecida?; las otras estaban en unas fotos empuñadas en manos de mi padre y también de un tío en servicio militar, era una A.K.M, un fusil todo terreno, barato fácil de conseguir, común en terroristas me dijeron. Yo solo quería un atentado en mi cabeza, nada personal con el sistema. El ahorcamiento, demasiado tradicional, además, no quería darle un susto a mi madre, ¡imagínense!, que te encuentre colgado con el pene erecto y ojos saltones, entre otros cosas…es demasiado, quiero morirme no matar a mi madre. Los venenos, el amor a dios y a la patria era dañino pero no mataba, así, busque asesorarme con el farmacéutico del barrio, o mejor con el agrónomo de unas chacras cercanas a casa, sospecharon de mis toxicas intenciones, pero me asustaba el hecho de que el antídoto este muy cerca y me descubrieran a tiempo, mucho riesgo. Un cuchillo, un corte o varios, usar una gillette o cualquier objeto punzo cortante; harakiri este término que se utiliza para designar cualquier suicidio cometido en aras del honor personal, y eso es algo que jamás tuve ni tendré, pero sobretodo físicamente, necesitaba mucho coraje y valor para hacerlo; del todo descartada. Ya en el epilogo de este capitulo, era el primer día de mayo y allí escuche hablar de una santa manera de pasar a mejor vida, como la mejor de las decisiones, no precisamente atribuida a uno mismo, se le tira la pelota a esta casta mujer, a quien se le atribuye poderes benditos. Me encomendé, me encargue, a esta divinidad muy conocida y venerada en la región, así que me vestí de peregrino, y camine y camine. Era de noche, me ate a la espalda un morral, una botella de agua y caramelos de limón (mi ultima voluntad...). Doce de la noche aproximadamente, apenas veo en la oscuridad, solo me guían voces mientras me voy aislando sin pensarlo, sin quererlo, me quede completamente solo, estaba muy asustado esperando el acto sobrenatural, cuando de pronto en medio de la oscuridad mi pie en el vacío y ¡pum…..! Caída libre, bienvenida muerte pensé, pero el cielo estaba hecho de arena y a casi tres metros abajo no hacia arriba, solo estuve inconsciente, no se cuanto tiempo y despierto, distingo una linterna moviéndose, ¡es San Pedro! Pregunta, ¿Esta bien?, me levanta y me dice: ¡no te preocupes, todos pecamos, todos pagamos, todos llegamos!.

1 comentario:

  1. Aún tus palabras retumban en mi oido como si fueran gritos deseperados de una noche penumbrosa y volatil; y la pregunta es ¿que habrá en tu mente? ...

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