23 de octubre de 2008

Urgencia

(Subcrónica de una inflamación)
Tres fortachones entran en un bar, el primero se saca la camiseta muestra un tatuaje en la espalda que dice: “Kansas City”. El segundo no quiere quedarse atrás se levanta la mangas y se lee “Atlantic City”, la gente se impresiona. El tercero quiere decidir todo y muestra el vientre, se puede leer en grande “Apendys Citys”. Con este tonto pero certero chiste y cinco centímetros de sutura en la fosa ilíaca derecha o mejor, al lado derecho del puputi; recibimos el tercer día postoperatorio intentando reírnos solo utilizando los músculos de la cara (ya entiendo porque la “señito” o “caballo loco” son lo que son por hacerlo), hay que tener singular talento para eso y como no pudimos, lloramos literalmente de risa y de dolor a la vez. El paciente F-12 o 12-F, ese fue mi nombre clave en esta batalla, no en contra de una enfermedad, si no en contra de la gente que por desgracia, trabaja y es atendida aquí en este nosocomio estatal. Ingresamos por emergencia me acompaña el desconcierto, mi sacrificada madre y claro, mi dolor, juntos no sabemos a donde ir, hay mucha gente esperando, es sábado 9 de la noche, en mis mejores tiempos ya estaría borracho a esta hora, dando pena en un bar, bailando, o mejor, disfrutando de la bondades del clonazepan en la cama. Como en las mejores escenas de Tarantino, sábado bien movido, los personajes y extras de este rodaje son de los mejor, el color y planos de mi preferencia, me ubico en primera fila y perdónenme chicas, pero mi llanto no es por el dolor, es de pura emoción. Se hace una incisión a mi pesismimo, se suturan mi quejas y drena ya mi sueño de hacerme un préstamo para ir a ver a Calamaro en Lima; adiós Plaza Francia, adiós Crímenes Perfectos, adiós Paloma, adiós Salmón. Menos mal, no tendría como pagar. Cinco horas después, abro los ojos, siento aun los efectos de la anestesia o mejor de la anestesióloga, era una muy guapa y diminuta, mujer de cabello castaño, ojos café y sobretodo muy delicada, con los mejores modales a recordar; nada comparado con la torpeza del piloto de mi camilla, uso de pretexto la falta de una rueda, pero debo acusarlo por el choque y fuga de mi cabeza contra una puerta, este chichón y el dolor pos traumático que ocasione posmorten lo cobrare. Ya en Sala de operaciones, 6 personas, Armonía 10, y mi apéndice gangrenado ríen en mi desgracia, la guapa petiza me ofrece trato de pareja mientras el resto son las FARC planeando un secuestro. Volvamos a día siguiente: Me duele, me quejo, no como, y me asusto de la cara de la enfermera de turno, tiene unos 50 años, y tal vez 30 enfermedades de piel en ese cacharro; hay cinco pacientes mas en la habitación de color blanco hollín alimeñado, un verde agua tan horrible que ya fuga por cada vértice u orificio que encuentra, las camas tienen rejas, la alegoría perfecta a una carceleta, de pronto el ambiente se convierte en polvos azules, rosados, blancos, turquesas y así cruza entre la multitud la Madre Teresa y aparece dios: Buenos días doctor, perdón doctor, dígame doctor, pase doctor, y muérase doctor…todos son y quieren ser como el; por todo los santos, este panzón parece un verdugo y no alguien que venda salvación, empero, todos quieren ser como el. Al final de la visista una señora de avanzada edad nos remonta a épocas de dictadura: repetir conmigo “Señor tu que eres mi creador…” Y pienso, si el hace esto que aparezca si es tan señor, para que cague en esos baños de literal mierda, para que respire este ambiente de orina, y sobretodo explique si confío el purgatorio al estado peruano…Y continúa la enfermera: ¡Señor antes de partir…perdóname! Ósea, quiero entender, ¿vengo a recuperarme o, a que me lleven…?. Antes de llegar aquí y de padecer esta emergencia, me sentía mal, después de salir de aquí, me siento peor, curadores y curados vienen por solo una cosa aquí: Trabajo. Yo continuare desempleado, de seguro y no creo recuperarme, estoy mas confundido, no es bueno tener una urgencia medica y menos, que se queden con 12 centímetros de ti, de seguro mi herida cicatrizara, pero mi pesimismo esta demasiado inflamado, me voy asustado por que mi mal y la de los demás no tiene cura. Un tal Sartorius dijo: ”En medicina, muy pocas soluciones son medicas”… no hay receta que pueda resolver esta treta, salgo mientras una técnica de enfermería pasa gritando por el pasillo: ¡todos… todos estamos enfermos… todos!....

2 comentarios:

  1. A veces estas tus dulces palabras calan como realidad cruda en los zurcos más hondos de tu oscura alma.

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