7 de abril de 2010

"35"

(subcrónica de un encuentro no previsto)

Un cebiche mixto y uno simple; ¿para tomar…? una cuzqueña negra y una blanca. -¿Algo mas señor?-, ¡Si¡, una Remington Magnum de Smith & Wesson M29 de cartucho .44 bien cargada y la autoestima de Harry Callahan para llenar de plomo a la fémina que me acompaña.
¿Deseas algo más? -Aunque en tu maldito estado, no creo que desees más que morirte y yo matarte- Mueve sus rosadas mejillas de lado a lado y ligeramente caricaturiza una coqueta, disforzada y puteril sonrisa de agosto.
¡No señor!, el mozo toma el pedido y se lleva a la cocina mi orden y mis perpetuos deseos de tirármela, arrojar un billete y decir… gracias por el “trato de enamorados”.
Era Frieda Holler en su versión más ruka; tomaba la silla por el lado derecho, se sentaba en cualquier lugar como si en un trono se posara, el mentón erguido, su dedo meñique apuntándome, su seño de maniquí aplomado y sus muñecas sobre la mesa, como si de dos mariposas se trataran. A solas ella, yo, y el mozo mirando su escote. El centro de mesa era un campo minado rodeado por dos bocas danzantes, engañando al vientre y alma, poesía para el mal gusto de estar allí comiendo de su mano, ¡Salud! Por ser su menú… ¡algún día!.
Dejas los cubiertos sobre la mesa en señal de que aun no terminas; me intimido; después de casi año y ocho meses, vuelvo a sentir ese temblor en mis piernas; espero solo pidas ir al baño. ¿No me vas a contar?, comenta con singular tiranía; -toma un sorbo de su malta, como quien carga un lanzagranadas directo a mi frente: ¿Cómo es tu novia, es perfecta? Retira la mirada hacia los pórticos del lado derecho del local que enmarcan un desgastado paisaje, revisa minuciosamente el estacionamiento que esta contiguo y prosigue: ¿Le gusta tu auto?, ¿sabe mucho de teatro?, o ¿es una apasionada arquitecta?, ¿tal vez, trabaja contigo?, ¿Apuesto que detesta ir de Shopping?... y por enésima vez, su ironía se teñía de falsos celos; finge bajar de su altar y me deja sin palabras entre murmullos de gente desconocida y mi ego desvaneciente. Algo recuperado, aliño su ataque, reacciono y bebo de un solo sorbo mi procaz vulgaridad en cerveza, retiro de la mesa mis intestinos y mi corazón, cuidando no los confunda en su mixto, me despabilo, busco al mozo en su ropa interior, pero ella ríe y pisotea mi lívido en suicidio.
Hablábamos de todo y nada, acercaba el rostro con cualquier pretexto, se divertía sabiéndome un soldado, obediente y dispuesto, maldecía su apellido italiano, a su libertina madre, a U2 y a los ¡Oh my god! de las películas porno. En paralelo yo fantaseaba moviéndome obsesivamente en su trasero, en su cabeza, entre sus piernas, en ese 38b, entre copas mas, copas menos; ella bebía lo que deseaba y yo rutinariamente me ahogaba en mi propia baba.
¡Bueno! ¿a que debemos este reencuentro?, sale mi vista y mi atención de ese profundo surco que adorna tu pecho y distingo tu blusa de una cita anterior, la primera vez que te vi con ella, eras una diva en ese hueco al que llamabas bar, si decías que tus amigos Doménico Dolce y Stefano Gabbana te la habían obsequiado, yo te creía; pero ha pasado tanto tiempo y ahora que te veo bien, allí adentro; disimulando un poco la asfixia, puedo distinguir que aparte de haber ganado peso, te ves mucho más corriente en ella; casi una vulgar dama de compañía. Mejor paso por alto estos detalles y te pido me expliques doncella en capa caída el motivo de este sórdido re-encuentro. No jalare ningún gatillo y mucho menos diré lo que ahora siento por ti y de los restos de tu otrora 91-60-90. Estoy aquí porque llamaste y había prometido que esperarte era la forma más aseada de estar contigo; la cumplí fielmente hasta después de esa última noche de navidad contigo; unilateralmente te di de baja, en mi mente, en mi reporte bancario y sobretodo en mis calzoncillos. ¡Ya no mas muñeca!...¡No más!. Porque después de haber llegado a casi tres docenas de amantes que te conté en los sucios cinco años que salimos, yo decidí superarte gordita; así que tú y tus ínfulas de inalcanzable, se quedaron durmiendo en un hotel junto a tus dos primas, tu compañera de tragos y hasta tu peor enemiga.
Me gritaste tanto que tu y yo jamás seriamos nada, antes de acercarme a ti, tendría que emborracharte odrogarte; y en ese tu afán por aclararlo, te exhibiste frente a mi 34 putas veces, y subrayo la palabra "putas" porque todos esos infelices no recuerdan momentos contigo; fui primer testigo, pague varios taxis, y alguna vez hasta pague un hostal barato para tu singulares lecciones para no tenerte. No hubo nadie más; no existe ese amante 35 al cual te refieres. Esa noche de diciembre, no te vi salir con nadie, ni te acompañe a ninguna parte, estuve muy deprimido, o excesivamente borracho para recordar algo… No me vengas a decir que tu mejor obra de caridad la hiciste hace 18 meses conmigo, si huviese pasado algo, dios o el diablo me daria la oportunidad de reocordarlo;  asi que mujer de acero, esa no es la causa de tu  desaparición; tu y yo sabemos que fue para esquivar  deudas que no podrías pagar, ni pagarme.
Hoy solo puedo decirte que algun dia te quise como un retrasado mental, pero hoy solo te odio; odio  lo que representas en mi vida, odio tus blusas, tu apellido italiano, tu mentón erguido y tus palabras enbarradas en rush e ironía, no quiero saber más de ti y mucho menos del hijo que perdiste, que le hayas puesto mi nombre y que cumpla un año hoy, no lo revive ni a él, ni a mí.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
  2. putamare Piedra, haces del odio un trabajo de alta repostería. Genial mierda, me gusta... la jodida cereza sobre el pastel siempre será tu estilo dinamita (lo que incluye tus faltas ortográficas)... un abrazo camarada.... ah y me olvidaba, un dia de estos me juegas tu Smith an Wesson. SIX

    ResponderBorrar

Ingresa su comentario aqui: